martes, 1 de marzo de 2011

Buscando una luna

Aquel gran disco blanco, brillando en medio del firmamento era, sin
ninguna duda, lo más bonito que había visto en toda su vida.


"El viaje de Doble P" es otro de los libros que ha marcado mi infancia. No sabría decir una cifra aproximada de las veces que lo he leiío. Doble P es un minúsculo extraterrestre verde que llega a la tierra procedente de Jijo, tras un duro viaje por el espacio, y se hace amigo de Nicolás. Todo es distinto en la tierra a lo que Doble P conoce, y así nos lo hace saber a través de su diario, con grandes reflexiones acerca de las cosas que él ve desde la inocente mirada del que desconoce, al fin y al cabo, de un niño que está aprendiendo.



¿Quién piensa a menudo en la luna? ¿Quién se para a mirar ese bello fenómeno astral que adorna todas las noches el cielo e ilumina en color plata nuestras calles? A veces, las cosas más bellas las tenemos siempre delante de nuestras narices, y pierden su valor ante nuestros ojos. Los que vivimos en el interior admiramos la fuerza de las mareas, la gente de costa admira la robustez de un paisaje montañoso, pero miramos con indiferencia lo que siempre hemos tenido a la vista.

Caminamos como hombres máquina, mirando hacia nuestros pies, cuando la grandeza del mundo en que vivimos está a nuestro alrededor, el sol, la luna, las nubes, los ríos, la nieve, los montes, las estrellas, la vida...


«Doble-P no sabía que la mayoría de los hombres nunca se detienen a contemplar la Luna; que van de un lado a otro cabizbajos, preocupados, mirando al suelo para no tropezar; que no le dan a la Luna ninguna importancia porque, al fin y al cabo, la Luna siempre ha estado ahí y, seguramente, ahí seguirá siempre.
Pero para Doble-P aquel gran disco blanco, brillando en medio del firmamento era, sin ninguna duda, lo más bonito que había visto en toda su vida».

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